Los mejores ingredientes para un drama romántico memorable son una historia de amor aparentemente imposible, una pareja con chispa y una escenario mágico que invite a soñar. ‘Titanic’ y ‘Moulin Rouge’ los tenían; ‘Agua para elefantes‘ cuenta con el primero y el último, pero carece del segundo. La película de Francis Lawrence cuenta una buena historia y, sobre todo, enamora al espectador con su magnífica recreación del mundo del circo en los años 30 en Estados Unidos, brindándole bellísimas imágenes y escenas memorables. Sin embargo, falla en lo más importante: conseguir que empaticemos con sus protagonistas.
Basada en el best-seller de igual título de Sara Gruen (2006). El anciano Jacob Jankowski recuerda cómo, en los años 30, la falta de recursos económicos le llevó a enrolarse en un circo como veterinario (Robert Pattinson), y cómo allí se enamoró de Marlena (Reese Witherspoon), la estrella del espectáculo y esposa del dueño del circo (Christoph Waltz).
Sorprendentemente, la falta de empatía con la pareja protagonista de ‘Agua para elefantes’ no se debe tanto a la actuación del hasta ahora regular Robert Pattinson como a la floja interpretación de la ganadora del Oscar Reese Witherspoon. Es su personaje Marlena el que nos deja indiferentes: ni nos agrada ni nos molesta, simplemente está ahí con la esperanza de que su mera presencia nos haga creer que el héroe de la historia -Pattinson- se ha enamorado perdidamente de ella.
A su lado, Robert Pattinson, un actor que levanta pasiones entre las más jóvenes desde que encarnó al vampiro Edward de ‘Crepúsculo’, demuestra que, además de guapo -opinión que no comparto, por cierto- sabe actuar. Su Jacob perdido y solitario convence, y es a través de sus ojos por donde descubrimos las maravillas y también los pecados del mundo del circo.
Porque esta película, aparte de narrar la historia de amor imposible entre Jacob y Marlena -él, un aprendiz; ella, la esposa del dueño del circo-, retrata lo dura que podía resultar la vida del artista cirquense durante la Gran Depresión. No toda eran actuaciones y viajes en tren, también existían traiciones, sacrificios e incluso crímenes. Así, el filme avanza con buen ritmo por episodios más o menos dramáticos, recalcando, en todo momento, que en los años 30 la vida no era fácil.
A una trama interesante, aunque en ocasiones previsible, se unen un gran trabajo de diseño de producción que no escatima en detalles, una fotografía espectacular de Rodrigo Prieto y la emotiva banda sonora de James Newton Howard, tres aspectos de ‘Agua para elefantes’ que probablemente serán reconocidos en futuras entregas de premios.
El último pilar de esta película, una de las razones por las que ‘Agua para elefantes’ es más que recomendable, se llama Christoph Waltz. El austriaco vuelve a repetir la hazaña que logró en ‘Malditos bastardos’, la de encarnar a un villano que atemoriza y enternece al mismo tiempo, un tipo con el que nunca buscaríamso problemas pero sí que nos gustaría tener de amigo. El malvado perfecto.
– Que el diseño de producción logre transmitir toda la magia del mundo del circo.
– Que Christoph Waltz vuelva a demostrar con qué facilidad puede encarnar al villano perfecto.
– Las escenas que abren y cierran el filme: una táctica infalible para despertar el interés y finalmente provocar alguna lagrimilla.
– La ausencia de química entre Robert Pattinson y Reese Witherspoon.– La ¿intencionada? similitud con ‘Titanic’, sobre todo en el aspecto narrativo.
30 junio, 2011 a las 10:04
Llegó tarde pero llego bien. No sabía que tenías blog de cine. Me alegro de ello así te puedo seguir la pista por acá.
Sobre Agua para Elefantes, buf, Pattison no lo aguanto por ahora mucho se tiene que reciclar para que cambia su estrella de chico Twilight. Supongo que con el paso del tiempo tendrá mejores oportunidades.
Un beso.
Emilio Luna
30 junio, 2011 a las 17:30
Hola! Creo que hasta que no se haga con un papelón de los buenos, Pattinson no acabará de convencer. Y es que su cara de asco de la saga Crepúsculo le marcado para bien y para mal.
Saludos!